Te amaré por siempre (La mujer que adoro 3) by Katherine Méndez

Te amaré por siempre (La mujer que adoro 3) by Katherine Méndez

autor:Katherine Méndez
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2022-03-24T06:46:55+00:00


Capítulo 11

Arcoíris

Ya en casa nuevamente, el amanecer nos sorprende, desnudos, abrazados. Me siento feliz y llena de vida al tener a mi lado al mejor hombre del mundo, el más hermoso, el más leal. Dios, el más sexy. Lo veo dormir y es la visión más maravillosa del planeta, es un auténtico bombón, podría pasarme la vida entera viéndolo dormir.

Noto su tranquila respiración, sus rasgos de perfección hacen que lo admire; esas pestañas larguísimas, su cabello rubio tan lacio pero rebelde. Estoy perdida de amor, sé que le pertenezco en cuerpo y alma, y me encanta, cómo me encanta.

Incapaz de resistirme, acerco la mano, le paso el pulgar por la mejilla y luego por los labios separados. Me matan esos labios. ¿Qué no les haría a esos labios? Sonrío al ver cómo se encoge ligeramente y después suspira y vuelve a relajarse. Estira una mano, casi por instinto, y la deja sobre mi cadera desnuda. Tiemblo al sentirlo; este hombre me vuelve loca, solo con verlo muero de pasión, y deseo que me tome de una vez. Mi mano comienza a descender por ese cuerpo perfecto y mío. Con la yema de los dedos, le acaricio la piel firme de su garganta y deslizo la palma por su sólido abdomen. Suspiro, embobada por mi adonis; es de pasión, de satisfacción, de deseo, de pura felicidad. Verlo tranquilo a mi lado me grita lo hermosa que es nuestra vida juntos mientras sigo explorando su cuerpo y su rostro. Por un instante, me gustaría que permaneciese así para toda la eternidad, para poder observarlo y verlo tan relajado y en calma, no siempre como un torbellino, ese caos con patas que es Christopher Donar Matheus, el hombre perfecto. Mi hombre perfecto.

—¿Has acabado de tocarme? —Su voz seductora y adormilada me saca de mi ensueño y mi mano se detiene en su vientre en forma de «V». Sus ojos siguen cerrados.

—No, cállate y no te muevas. Deseo recorrer cada parte de este cuerpazo, mejor dicho, «mi» cuerpazo —contesto, y continúo con mis caricias.

—Lo que digas, Arcoíris.

Lo sigo acariciando y besando su abdomen hasta que una idea invade mi mente. Lo tomo de la mano para que me acompañe al baño. Allí lleno la bañera y le coloco aceite de jazmín y jabón. Me gusta consentirlo y verlo enloquecerse por mi causa. Me meto en la bañera y le extiendo la mano para que me siga. Se coloca detrás de mí, me hala hacia su cuerpo. Recostada en ese cuerpo duro y magnífico que me enloquece, siento cómo el calor recorre mi cuerpo entero. Echo la cabeza hacia atrás y me apoyo en sus pectorales firmes. Lo oigo respirar agitado al tiempo que coloca sus manos en mi vientre y me separa un poco las piernas. De inmediato reacciono a sus movimientos; es maravilloso, delicioso. Comienza a acariciar mi sexo mientras que hunde la nariz en mi pelo.

—Qué bien hueles —susurra. Me mordisquea el cuello y me estremezco por completo, es una delicia, la sensación más maravillosa del mundo, este hombre es un genio.



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